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Baños de árboles: la practica japonesa para combatir el estrés y potenciar la salud

Siempre ha existido la idea de que estar al aire libre, en la naturaleza, rodeados de árboles, es una forma muy eficiente de eliminar el estrés y recargar energía para luego seguir la jornada. De hecho, ya en 1854 el escritor Henry David Thoreau en su ensayo “Walden: La Vida en los Bosques”, propone a la vida silvestre como el remedio para la sociedad y los malestares que provoca en nuestro ánimo.
Claro que este no es único caso. En Japón, por ejemplo, existe una tradición de ir a un bosque y vivir una profunda experiencia, a través de todos los sentidos, llamada Shinrin-yoku, que se traduce como “baño de bosque”.
El poder restaurador del contacto con la naturaleza ha sido experimentado e intuido por siglos. Pero con el tiempo la evidencia científica ha demostrado que lo que era solo una suposición, sea final y efectivamente, una realidad saludable.
Japón, el país que acuñó el término karoshi, muerte por exceso de trabajo, el país de la competitividad y con las tasas más altas de suicidios, mira a la naturaleza y a sus bosques –que ocupan un 67% de su suelo– para recuperar su paz y equilibrio.
Es que los baños de bosque han tomado una especial relevancia desde que investigadores como Qing Li y Tomoyuki Kawada han demostrado los efectos de las sustancias fitoncidas, sustancias volátiles y no volátiles producidas por las plantas y los árboles que a modo de aromaterapia natural refuerzan el sistema inmunitario, relajan el sistema nervioso y el número de células NK (Natural Killer) y los niveles de proteínas anti-cáncer intracelulares.
El término “Shinrin Yoku” significa literamente “absorber la atmósfera del bosque” y fue acuñado inicialmente por técnicos de la Agencia Forestal de Japón. Pero el concepto está inspirado en prácticas budistas ancestrales y en el sintoísmo, una religión nativa de Japón que venera los espíritus de la naturaleza. La Agencia Forestal nipona designó a cerca de 50 bosques como centros de terapia forestal y espera expandir el número a 100 en la próxima década.
Uno de los pioneros en los estudios sobre el impacto de la naturaleza en nuestra salud y bienestar es Miyazaki, antropólogo fisiológico y vicedirector de Chiba University’s Center for Environment, Health and Field Sciences, muy cerca de Tokio.
Miyazaki sostiene que el ser humano ha estado la mayor parte de su vida evolutiva en contacto con la naturaleza y es allí donde se siente más cómodo y a gusto, como comentaba a la revista Outside Magazine, “durante nuestra evolución hemos estado el 99,9 % de nuestro tiempo en entornos naturales. Nuestras funciones fisiológicas están todavía adaptadas a este medio”. Por eso, los sentimientos de bienestar y confort que experimentamos están casi siempre relacionados con estos entornos, sostiene Miyazaki.
No se necesita caminar, o realizar actividades complejas; el principal objetivo es relajarse y respirar el aire de bosque. Además de ser más fresco y agradable, tiene beneficios para nuestra salud.
Miyazaki ha realizado desde 2004 estudios con más de 600 personas en los bosques. Sus trabajos, junto a su colega Juyoung Lee, también de Chiba University, demostraron que, en comparación con caminatas urbanas, los baños forestales lograron bajar en un 12,4% los niveles de la hormona del estrés cortisol y en un un 1,4% en promedio la presión arterial. La incidencia de infartos también se redujo en un 5,8%.
Otros países han adoptado esta modalidad. “Se trata de tomarse el tiempo para notar lo que vemos, respirar profundamente, sentir el contacto con el aire, las texturas de las hojas, escuchar el viento entre los árboles, oír los pájaros”, explica Amos Clifford, fundador de la Asociación de Terapias de la Naturaleza y el Bosque (Association of Nature and Forest Therapy), con sede en California, que promueve la práctica japonesa en Estados Unidos.
Es probable que este tratamiento para bajar la presión sanguínea, para combatir el estrés o como ayuda, si estamos luchando contra el cáncer, sin medicinas ni costo alguno, sea alguna vez recetado por los médicos.

Revista Namasté

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